Francia: se abre algo nuevo
El gobierno, las organizaciones patronales, la prensa y las organizaciones de la izquierda anuncian conjuntamente el fin del movimiento de lucha contra la nueva ley de jubilaciones. Tratan de utilizar a su favor el retroceso relativo de las manifestaciones del jueves 26 y el fin de la mayoría de las huelgas. Era el objetivo fijado en las últimas semanas por el orden establecido: ahogar el movimiento más poderoso de lucha de los últimos años en Francia.
Una etapa que se cierra
Las manifestaciones callejeras del jueves 26 fueron menos importantes que las anteriores, tanto por las vacaciones como, sobre todo, por las dificultades propias de una movilización tan prolongada. Salvo en algunas ciudades de provincia, los contingentes síndicales fueron menos numerosos y la participación estudiantil fue reducida. La mayoría de las huelgas reconductibles -en las refinerías de petróleo, en ferroviarios, en la ciudad de Marsella- fueron levantadas.
Quedan algunos sectores que mantienen la huelga, como los portuarios de Le Havre, y se ha llamado a jornadas de lucha durante esta semana por agrupamientos sindicales. El jueves 4, los estudiantes vuelven a clases y en los colegios están llamadas asambleas y paros. El sábado 6 es la próxima jornada de lucha nacional, llamada por las confederaciones sindicales, y se propone que sea la última. Las direcciones sindicales invocan el hecho que la ley ya fue sancionada por el Congreso y que ahora sólo falta su promulgación por el Presidente, luego de un pasaje formal ante el Consejo Constitucional.
En estas condiciones, la movilización del sábado ha sido concebida como un entierro de lujo. Pero también se puede producir la situación inversa, gracias a las movilizaciones estudiantiles y a acciones unitarias en diferentes sectores. Tampoco se puede descartar una afluencia importante en la manifestación del sábado 6.
Las manifestaciones callejeras del jueves 26 fueron menos importantes que las anteriores, tanto por las vacaciones como, sobre todo, por las dificultades propias de una movilización tan prolongada. Salvo en algunas ciudades de provincia, los contingentes síndicales fueron menos numerosos y la participación estudiantil fue reducida. La mayoría de las huelgas reconductibles -en las refinerías de petróleo, en ferroviarios, en la ciudad de Marsella- fueron levantadas.
Quedan algunos sectores que mantienen la huelga, como los portuarios de Le Havre, y se ha llamado a jornadas de lucha durante esta semana por agrupamientos sindicales. El jueves 4, los estudiantes vuelven a clases y en los colegios están llamadas asambleas y paros. El sábado 6 es la próxima jornada de lucha nacional, llamada por las confederaciones sindicales, y se propone que sea la última. Las direcciones sindicales invocan el hecho que la ley ya fue sancionada por el Congreso y que ahora sólo falta su promulgación por el Presidente, luego de un pasaje formal ante el Consejo Constitucional.
En estas condiciones, la movilización del sábado ha sido concebida como un entierro de lujo. Pero también se puede producir la situación inversa, gracias a las movilizaciones estudiantiles y a acciones unitarias en diferentes sectores. Tampoco se puede descartar una afluencia importante en la manifestación del sábado 6.
Presente y futuro
Estas incógnitas resultan del carácter del movimiento actual, el cual combina la lucha centralizada contra el gobierno y las movilizaciones dispersas, el movimiento hacia la huelga general y una adición de huelgas reconductibles, la acción autónoma de los militantes y agrupamientos sindicales más la ausencia de una política alternativa nacional de lucha, la rebeldía contra la política de las direcciones y la ausencia de un eje político centralizador. Habrá que establecer un balance en las próximas semanas.
En gran parte, la evolucion inmediata de esta lucha se jugó la semana pasada en la suerte del conflicto en las refinerías de petróleo. El ministro Boorlo declaró el domingo que "Francia estuvo a dos dedos de una catástrofe económica". La renovación de esta huelga creaba una situación explosiva y la continuidad de la lucha resultaba de la determinación de los sindicatos locales, sobre todo la CGT, de los bloqueos, así como de la movilización unitaria y del apoyo nacional.
Las confederaciones sindicales no hicieron nada por este apoyo nacional. Como ya lo indicamos la semana pasada, el último llamado de la intersindical incluía incluso una denuncia de los bloqueos, lo que equivalía a una condena misma de la huelga. Los partidos de izquierda jugaron también su rol y contribuyeron notablemente al ahogo. El NPA propuso una declaración de apoyo a las huelgas y bloqueos. El PS ni siquiera se notificó, el PC y los ecologistas se negaron a firmar y entonces todos los demás, como el Partido de Izquierda, se retiraron de toda discusión. Con toda claridad, el dirigente del PG Jean-Luc Mélenchon, nueva estrella de la "izquierda de la izquierda", declaraba durante la manifestacion del 28: "En estos momentos, debemos seguir tres reglas: seguir a los sindicatos, seguir a los sindicatos y seguir a los sindicatos".
La unidad sindical y el alineamiento detrás de las confederaciones sindicales fue el nudo corredizo que ahogó la movilización. Los intentos de escapar a esta encerrona, con los conflictos en petróleo y ferroviarios y las luchas locales, no fueron suficientes. Es el balance provisorio de la jornada del 28 de octubre, pero los militantes y tendencias luchadoras no dejarán de pasar la factura.
Estas incógnitas resultan del carácter del movimiento actual, el cual combina la lucha centralizada contra el gobierno y las movilizaciones dispersas, el movimiento hacia la huelga general y una adición de huelgas reconductibles, la acción autónoma de los militantes y agrupamientos sindicales más la ausencia de una política alternativa nacional de lucha, la rebeldía contra la política de las direcciones y la ausencia de un eje político centralizador. Habrá que establecer un balance en las próximas semanas.
En gran parte, la evolucion inmediata de esta lucha se jugó la semana pasada en la suerte del conflicto en las refinerías de petróleo. El ministro Boorlo declaró el domingo que "Francia estuvo a dos dedos de una catástrofe económica". La renovación de esta huelga creaba una situación explosiva y la continuidad de la lucha resultaba de la determinación de los sindicatos locales, sobre todo la CGT, de los bloqueos, así como de la movilización unitaria y del apoyo nacional.
Las confederaciones sindicales no hicieron nada por este apoyo nacional. Como ya lo indicamos la semana pasada, el último llamado de la intersindical incluía incluso una denuncia de los bloqueos, lo que equivalía a una condena misma de la huelga. Los partidos de izquierda jugaron también su rol y contribuyeron notablemente al ahogo. El NPA propuso una declaración de apoyo a las huelgas y bloqueos. El PS ni siquiera se notificó, el PC y los ecologistas se negaron a firmar y entonces todos los demás, como el Partido de Izquierda, se retiraron de toda discusión. Con toda claridad, el dirigente del PG Jean-Luc Mélenchon, nueva estrella de la "izquierda de la izquierda", declaraba durante la manifestacion del 28: "En estos momentos, debemos seguir tres reglas: seguir a los sindicatos, seguir a los sindicatos y seguir a los sindicatos".
La unidad sindical y el alineamiento detrás de las confederaciones sindicales fue el nudo corredizo que ahogó la movilización. Los intentos de escapar a esta encerrona, con los conflictos en petróleo y ferroviarios y las luchas locales, no fueron suficientes. Es el balance provisorio de la jornada del 28 de octubre, pero los militantes y tendencias luchadoras no dejarán de pasar la factura.
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